miércoles, 19 de octubre de 2016

sobre la retrospectiva de Yoko Ono

Mensajera del  zen

La eficacia, siempre se dice, es una de las pasiones más desarrolladas de los japoneses.
El camino del Zen parecería sin embargo opuesto a lo eficaz. El Zen es la filosofía del camino, de forma independiente a cómo resulte el arribo a la meta prefijada. Para el occidental es como un consejo a no enroscarse persiguiendo un sentido que, según el sendero zen, está en si mismo. La meta está en cada punto del camino, incluso en el punto de partida.
 Según se cuenta, John Lennon se entusiasmó con la artista japonesa en el momento en que participó de su instalación en la escalera. El espectador (la palabra espectador no sería la correcta, porque se lo invita a participar de forma activa) debía subir por una escalera instalada en el centro de la sala, y así lo hizo John Lennon. Lo que a él lo conmovió fue leer la palabra que encontró, para lo cual tuvo que colocar su ojo en un artificio. Leyó un mensaje que lo hizo interesarse en la mensajera. Lo que decía era acertivo y taoísta, además de asombrosamente simple, era la palabra: “SI”
La artista comenzaba a tener renombre, hasta que la conquistó el hombre más deseado de la época, y pasó a ser la “mujer de” Lennon. O quizá no fue así, quizá entre los dos formaron una especie de dúo; entonces su mensaje de paz siguió un destino propio.

El lema de la exposición retrospectiva de Yoko Ono, “ríndete a la paz”, nos muestra la fuerza con la que, a los 83 años, su arte aún persigue ese sentido